Aquí están las ocho características de una persona que ya ha sido liberada, de un alma que todavía está en su envoltura carnal.

1)     No comete ninguna actividad pecaminosa.
De hecho, mientras uno esté bajo la influencia de maya, la energía de la ilusión que es similar a satán, dentro de la energía material, uno se ve obligado a cometer actividades pecaminosas. Los hombres llevan así una vida pecaminosa.
Por el contrario, el alma liberada en su vida actual no es culpable de ningún mal. Por eso:

2)     No tiene relaciones sexuales ilícitas, fuera del matrimonio.

3)     No come carne, pescado ni huevos.

4)     No utiliza productos excitantes, ni sustancias tóxicas; drogas, alcohol, café, té, cigarrillos.

5)     No juega a juegos de azar ni a apuestas.

6)     No le afectan los sufrimientos de la vejez.

7)     Se prepara para no revestirse de cuerpos materiales, todos destinados a perecer.

8)     Ya no cae en el ciclo de muertes y renacimientos repetidos.

Además, es indiferente a las alegrías y penas materiales. El ser liberado no tiene ningún deseo de disfrute material, de placer de los sentidos, porque no tiene otra aspiración que servir a Krishna, el objeto más querido de sus deseos, con amor y devoción. Verdaderamente, todos sus deseos son hacia Krishna, la Verdad Suprema, y no quiere nada más. Finalmente, todos sus deseos se cumplen por la gracia de Krishna, Dios, la Persona Suprema. En cualquier caso, no pide nada para sí mismo, y si desea algo, es sólo para servir al Señor Supremo con una alegría inconfesable. Este deseo se cumple por la gracia del Señor.

En esta etapa de liberación, el ser santo desarrolla en sí mismo las cualidades de Dios, la Persona Suprema, y regresa al mundo espiritual, a su morada original con el Señor. Así, al igual que Krishna, que nunca nace ni muere, aquellos de sus devotos que regresan a Él nunca tienen que renacer ni morir en este mundo material, ya que nunca volverán a él, tal y como prometió Dios.