Palabras de sabiduria, la sabiduria de Dios
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Logos 283

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El alma es originalmente toda bondad. Cuando se llega al plano del alma, todo es bondad. Todos los seres son parte integrante de Dios, el Infinitamente Bueno. Al ser parte de Dios, también somos puros, pues somos almas espirituales.

Las impurezas se adquieren a través de la contaminación del universo material debido a nuestra encarnación y condicionamiento por la materia y nuestro cuerpo material. Debido a que las tres gunas, los tres atributos y modos de influencia de la naturaleza material, la virtud, la pasión y la ignorancia, influyen en el alma, ésta sufre. Debe ser liberado de todo sufrimiento. Desde el punto de vista material, uno puede ser un sabio erudito contaminado por la virtud o un trabajador contaminado por la pasión o la ignorancia. Pero desde el punto de vista espiritual, ambos están contaminados por la Naturaleza Material. De ahí su sufrimiento. Mientras estas influencias materiales nos afecten, todos estamos en el mismo barco.


Logos 284

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El Supremo Eterno dice: «Alcanzará la liberación quien comprenda así la naturaleza material, y lo que es el ser vivo y la interacción de las tres gunas (virtud, pasión e ignorancia). Cualquiera que sea su condición actual, no volverá a renacer en este mundo.»

Una visión clara de la naturaleza material, del Alma Suprema, del ser individual distinto de Dios y de la relación entre ambos, hace que uno sea capaz de alcanzar la liberación y el mundo espiritual, desde donde no tiene que volver al universo material. Este es el fruto del conocimiento. Su propósito es ver claramente que, por algún accidente, hemos caído al nivel de la existencia material. Mediante el esfuerzo personal y el contacto con las sagradas escrituras, los hombres santos y un genuino maestro espiritual siervo de Dios, todos ellos autoridades en la materia, debemos conocer nuestra posición y luego, iluminados por la Palabra Divina dada por Dios mismo, volver a la conciencia espiritual, a la conciencia de Dios. Así tendremos la seguridad de que nunca volveremos a la existencia material, sino que seremos transportados al mundo espiritual, para disfrutar de una vida eterna de conocimiento y dicha. Mientras el alma individual, distinta de Dios, actúe bajo la influencia de designaciones o impulsos corporales, no es libre. Que renuncie a estas designaciones

y acepte convertirse en siervo de Dios, y se liberará. Sólo el Supremo Eterno concede la liberación.

Debemos actuar sólo para Dios. De lo contrario, nos encadenamos. La libertad significa actuar para el Supremo. Así nos liberamos del karma o de la ley de acción y reacción. Cuando actuamos por Dios, somos libres, pero cuando actuamos por nosotros mismos, el karma nos encadena, perdemos nuestra libertad y tendremos que sufrir las consecuencias de nuestros propios actos.

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