Palabras de sabiduria, la sabiduria de Dios
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Logos 333

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El Bendito Señor dice: «Renunciar a los frutos de cualquier acto es lo que los sabios quieren decir con esta palabra, “renuncia”. Y lo que los grandes eruditos llaman “renuncia” es el estado mismo del hombre que practica esta renuncia. El hombre

puede saborear los frutos de la renuncia mediante el simple autocontrol, el desapego de las cosas mundanas y el desinterés por los placeres materiales. Ahí está la más alta perfección de la renuncia.»

El Señor dice: «Cuando conozcas así la verdad, comprenderás que todos los seres son parte integrante de Mí, que viven en Mí y me pertenecen. Los seres del mundo de las condiciones (el universo material) son fragmentos eternos de Mi Persona.»

Somos, en verdad, pequeños fragmentos de Krishna, Dios, partes integrales de Su Persona Divina. Nuestra verdadera naturaleza espiritual nos lleva, como un deber hacia el Señor, a servirle con amor y devoción. Este servicio devocional, de naturaleza espiritual, ofrecido a Dios y expresado con amor, aporta una alegría infinita.

Por eso debemos ofrecer el fruto de todas nuestras acciones al Señor Supremo, Krishna, vincular todos nuestros proyectos a los suyos, entregarle todo lo que hacemos, así como nuestra existencia e incluso nuestra vida. Actuemos con el único propósito de complacerle. Somos, en verdad, sus siervos eternos. Un vínculo de amor nos une a Él, y nunca podremos separarnos de Él.

El hombre debe desechar la acción interesada: esta es la instrucción de Krishna, Dios, la Persona Suprema. Pero aún debe retener la acción que conduce al alto conocimiento espiritual. Las escrituras reveladas prescriben muchos métodos para realizar el sacrificio según los resultados particulares que uno desee: tener un hijo digno, ascender a los planetas celestiales, etc., pero cualquier sacrificio cuyo propósito sea satisfacer algún deseo personal debe ser rechazado. Sin embargo, el sacrificio realizado para la purificación del corazón, o para el avance de la ciencia espiritual, no debe ser abandonado.

La verdadera renuncia es aquella por la que siempre nos consideramos parte integrante del Señor Supremo, sabiendo que no tenemos derecho a disfrutar de los frutos de nuestras acciones. Puesto que nosotros mismos sólo somos almas o chispas espirituales, fragmentos infinitesimales de la Persona Divina, Krishna, partes integrantes del Señor, es a Él a quien debe volver el disfrute de los frutos de nuestros actos. Esto es realmente la conciencia de Krishna o la conciencia de Dios. Aquel que actúa en conciencia de Krishna es el verdadero renunciante. Realizando sus actos con tal espíritu, experimenta satisfacción, pues está actuando verdaderamente para el Ser Supremo. De esta manera, se desprende de todo lo material; se acostumbra a no encontrar placer en nada más que en la dicha espiritual que proporciona el servicio devocional. El renunciante se considera libre de las consecuencias de sus acciones pasadas; pero el que está establecido en la conciencia de Krishna alcanza naturalmente esta perfección, sin siquiera tener que abrazar la orden de renuncia. Este estado mental del hombre renunciante se llama la perfección de la unión o comunión con Dios. Quien encuentra satisfacción en sí mismo de esta manera no teme ninguna consecuencia de sus actos.

El servicio de amor y devoción ofrecido a Krishna, Dios, la Persona Suprema, es la manifestación del amor a Dios. Bienaventurados los que actúan por Dios, porque sus acciones no tienen ningún efecto ni consecuencia, ni buena ni mala. En verdad, aquellos que actúan en conciencia de Dios escapan automáticamente de la prisión del karma. Si dedican todos sus actos sólo al Señor, no sufren ni se ven afectados por sus efectos. Aunque sigan actuando, brillan con aguda inteligencia entre los hombres, pues lo hacen por Dios. Sus acciones son puras, pues no tienen consecuencias materiales.

Aquellos que están inmersos en la espiritualidad pura no tienen miedo, porque saben que son servidores del Señor Supremo, Krishna, y nunca dudan en actuar en conciencia de Dios o en conciencia de Krishna. Todas sus acciones, libres de todo deseo material, están dirigidas únicamente al placer de Dios, y su única consecuencia es la felicidad absoluta. Al actuar con plena conciencia de su subordinación a Krishna, Dios, la Persona Suprema, son inmunes a todas las consecuencias materiales de sus acciones. Esta es la perfección del amor a Dios.

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