La respuesta es sencilla, descienden a diferentes planetas de nuestra galaxia «Vía Láctea», por orden del Señor Krishna, Dios, la Persona Suprema, para desempeñar el papel de Mesías, y liberar a las almas caídas, que residen allí.

Aparecen en la tierra, por ejemplo, en diversos lugares y circunstancias, en diversos climas, y así hacen el bien a todos los seres humanos. Pero aparte de su misión divina, que consiste en apartar de la influencia ilusoria de la energía material a las almas encarnadas condicionadas por la materia que viven en ella y languidecen así en su existencia material, no tienen nada que hacer en este mundo. Al final de su misión divina, regresan al lugar de donde vinieron.

Dios también envía desde su reino a sus devotos puros como Mesías.

Krishna, Dios, la Persona Suprema, desciende regularmente a un planeta de una galaxia determinada, o envía a Su devoto puro y auténtico representante llamado mensajero, hijo de Dios, compañero o siervo íntimo.

Por Su voluntad, el Señor Soberano, Krishna, desciende a los planetas materiales en innumerables formas de Avatares para propósitos específicos, después de lo cual regresa a Su reino. Avatar significa «El que desciende».

Sepamos que ni la Persona Suprema ni los seres puros que Él mismo envía a la tierra, por ejemplo, son seres ordinarios como los seres humanos comunes. Un auténtico enviado del Señor es tan bueno como Dios mismo.

Periódicamente, un mensajero del Señor aparece como un rayo de luz para enseñar al mundo el objetivo último de la existencia. Los nobles jefes de familia ruegan a Dios que les confíe uno de sus enviados, para que se ejerza una influencia favorable en la sociedad humana.

Quien acepta la guía de un alma tan grande también puede acceder al conocimiento de Dios y establecerse, como el devoto puro del Señor, en el nivel espiritual y absoluto. Así se liberará de las garras de la materia y volverá a su morada original en el reino de Dios, donde disfrutará de la felicidad eterna.