Palabras de sabiduria, la sabiduria de Dios
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La Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) está de acuerdo, afirmando que el consumo excesivo de carne roja [ternera, cerdo, cabra, cordero], y de embutidos [salchichas, jamón curado, tocino, etc.], aumenta el riesgo de cáncer colorrectal. Esto se debe a que el hierro hemo que contienen favorece la peroxidación de los lípidos, lo que conduce a la formación de aldehído, un compuesto perjudicial para el ADN y las células.

Por otro lado, se dice que los nitritos, un aditivo que da al jamón su color rosa, conducen a la formación de compuestos N-nitrosos [nitrosaminas o nitrosamidas], que son cancerígenos.

Además, las grasas saturadas de la carne también tienden a obstruir las arterias y favorecen las enfermedades cardiovasculares.

Dios ha puesto todo lo que necesitamos en las plantas.

Dios ha puesto en las plantas elementos nutritivos que permiten optimizar los distintos cuerpos materiales, tanto humanos como animales. Entonces, ¿por qué comer carne cuando las plantas ofrecen mucho más y mantienen los distintos cuerpos materiales en perfecto estado de salud?

Son los seres malvados y criminales, los que dicen que la carne es buena para el cuerpo, porque aporta proteínas y hierro. Pero no te dirán que las plantas aportan mucho más, y que no enferman.

Por ejemplo, a continuación se ofrece una lista no exhaustiva de alimentos ricos en proteínas y hierro.

Alimentos ricos en proteínas: quinoa (contiene más proteínas que la carne), almendras, anacardos, avellanas, soja, cacahuetes, lentejas, garbanzos, cebada, judías verdes, judías blancas, alubias, maíz, leche, avena, sésamo.

Alimentos ricos en hierro: quinoa, lentejas, judías blancas, alubias, espinacas, tofu, sésamo, soja, aceitunas, cacao en polvo, pistachos cocidos, almendras, anacardos, copos de avena, avellanas, dátiles secos, salvado de trigo, chocolate negro, comino, achicoria.

Además, ahora que sabemos que las plantas son mucho mejores para nuestra salud, dejemos de comer carne, pescado y huevos.

En realidad, no es a uno mismo a quien hay que tratar de satisfacer, como creen los seres vivos del mundo material. Si no se satisface la voluntad de Dios, no se puede pretender observar el verdadero principio de la espiritualidad. Así, el interés del ser humano es hacer la voluntad de Dios, para agradar al Señor. Así es la perfección de la existencia.

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