Palabras de sabiduria, la sabiduria de Dios
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Logos 450

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Amémonos unos a otros con amor incondicional.

Krishna, Dios, la Persona Suprema y Soberana nos ha dado este maravilloso mandamiento: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo», así que apliquémoslo con alegría.

El Señor nos pide que amemos a nuestro prójimo, sea quien sea. Sea cual sea su raza, nación, origen, color de piel; blanco, negro, amarillo, rojo, mestizo, religión, cultura, etc., porque todos tenemos el mismo origen, todos somos de la energía marginal de Dios. Mediante la aplicación de este mandamiento, el Señor Supremo desea que establezcamos una sociedad armoniosa, pacífica, respetuosa, benevolente, compasiva y tolerante, de la que Él sería el Monarca Soberano para el bien de todos los seres vivos.

Amémonos unos a otros con amor incondicional, y no hagamos daño a nadie. Quien ama verdaderamente a Dios, ama naturalmente a todos los seres vivos, a los seres celestiales, a los habitantes de los planetas celestes y a todos los seres humanos sin excepción, pues su corazón es verdaderamente amor. El verdadero creyente no rechaza a nadie y no tiene enemigos.

El amor al prójimo, tal como lo entiende Dios, significa también amar a todos los animales sin excepción y a todas las plantas en su diversidad, protegiéndolos y velando por todos ellos, para que no sufran ningún daño.

Se trata de amar al prójimo.


Logos 451

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Olvidar nuestra relación con Dios es la causa de que estemos encadenados al ciclo de muertes y renacimientos sucesivos.

Como entidades espirituales, todos somos tan eternos como el propio Señor Supremo. Pero debido al olvido de nuestra verdadera identidad, hemos sido colocados en la naturaleza material y obligados a reencarnar, pasando de un cuerpo a otro, a veces de forma y naturaleza diferentes. Sin embargo, cuando nuestro cuerpo se destruye, también creemos que perecemos al mismo tiempo. En verdad, es el olvido de nuestra relación con Dios lo que causa la destrucción de nuestros cuerpos.

Quien recupera la conciencia de su relación original con el Señor recibe toda la inspiración de Él. Esto no significa que el Señor sea enemigo de unos y amigo de otros. No, Dios ayuda a todos los seres vivos, a los seres celestiales, a los habitantes de los planetas edénicos y paradisíacos, a los seres humanos, a los animales y a las plantas, de la misma manera. Pero quien no se deja llevar por la influencia de la energía material se salva, cuando los demás perecen o mueren. Nadie puede salvarse de la repetición de muertes y renacimientos sin la ayuda del Señor Supremo. Por lo tanto, todos los seres tienen el deber de buscar refugio en Dios, y así liberarse del ciclo de muertes y renacimientos repetidos.

El Señor Supremo dice: «No veo a nadie más grande que aquel que no tiene otro interés que el Mío, y que me ofrece todo, sus acciones y su propia vida, sin conocer ninguna cesación.»

Bienaventurados los que dedican su existencia, su vida, todas sus actividades, su mente e incluso su propio ser a la satisfacción de Dios sin ninguna interrupción, pues el Señor los considerará como el más elevado de todos los seres.

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