Palabras de sabiduria, la sabiduria de Dios
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Logos 31

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En verdad, el alma espiritual es el origen de la existencia del cuerpo material de materia densa y es también la fuerza activa que le da vida.

Cuando la envoltura carnal es finalmente destruida en la muerte, la chispa de la vida, el alma, continúa existiendo. Se abren dos caminos para ello. O bien, por sus acciones interesadas, tendrá que reencarnarse en un cuerpo acorde con sus deseos y pensamientos, o bien, por su santidad y servicio al Señor, volverá al reino de Dios. Así, por voluntad del Señor que vela por el bien de todos los seres, al alma individual distinta de Dios se le concede enseguida el cuerpo espiritual particular que le permitirá disfrutar de su divina compañía según una u otra de las perfecciones que haya alcanzado. La que permite poseer los mismos rasgos corporales que el Señor, la que permite vivir en el mismo planeta que el Señor, la que permite disfrutar de las mismas opulencias que el Señor, y la que permite vivir con el Señor, en su divina compañía.

La benevolencia del Señor es tal que incluso si un ser virtuoso no alcanza una etapa de devoción pura libre de contaminación material, se le concederá alcanzarla en su próxima vida. Al renacer en una familia rica o entre devotos del Señor. No tendrá que emprender la dura lucha por la existencia material, y así podrá completar su purificación. Cuando finalmente abandone su cuerpo, volverá inmediatamente al reino de Dios, su hogar original. Cuando alcanza el nivel espiritual, el siervo de Dios permanece allí eternamente.


Logos 32

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El Mesías no vendrá ahora, sino cuando la humanidad ya no hable de Dios, ni siquiera en las casas de los llamados hombres sabios y respetables de las clases altas de la sociedad.

Cuando el poder haya pasado a manos de jefes de Estado sin escrúpulos, engreídos e inicuos, carentes de inteligencia y de verdadera educación, y los gobiernos estén compuestos por ministros de los estratos más bajos de la sociedad, o incluso más bajos, incultos y ateos, cuando los hombres se hayan olvidado de las auténticas escrituras sagradas, de las escrituras sagradas originales, del «Verdadero Evangelio», y hagan de la violencia su vida cotidiana, entonces el Señor aparecerá como el Maestro del castigo. Estos síntomas desastrosos marcarán la última fase de nuestra era, la era de la discordia, la lucha, la hipocresía y el pecado, donde todos los seres humanos estarán bajo el signo del ateísmo. Todos los hombres rechazarán a Dios, prefiriendo el ateísmo, el laicismo y la irreligión al dogma religioso. La violencia y las guerras debidas a la oscuridad de los corazones humanos serán habituales.

Dios vendrá entonces como el Mesías, para aniquilar a todos los seres demoníacos ateos, proteger a sus devotos y restaurar la religión. Entonces comenzará una nueva era bajo el signo del Supremo Eterno y de la virtud. La gente vivirá feliz, en armonía y paz.

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