La ciencia de Dios, o ciencia de la salvación
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La verdadera renuncia es aquella por la cual siempre nos vemos como parte integral del Señor Supremo, sabiendo que no tenemos derecho a disfrutar de los frutos de nuestras obras. Siendo nosotros mismos sólo almas o chispas espirituales, diminutos fragmentos de la Persona Divina, Krishna, partes integrantes del Señor, es a Él a quien debe volver el disfrute de los frutos de nuestras acciones. Esto, verdaderamente, es conciencia de Krishna o conciencia de Dios. El que actúa con conciencia de Krishna es el verdadero renunciante. Realizando sus actos con tal espíritu, conoce la satisfacción, porque está actuando en verdad para el Ser Supremo. Por lo tanto, no está apegado a nada material; se acostumbra a encontrar su placer en nada más que en la bienaventuranza espiritual que brinda el servicio devocional. El renunciante se considera libre de las consecuencias de sus actos pasados; pero el ser establecido en la conciencia de Krishna alcanza esta perfección de manera bastante natural, sin siquiera tener que abrazar la orden de la renuncia. Este estado mental del hombre de renuncia se llama la perfección de la unión o comunión con Dios. Quien así encuentra su satisfacción en sí mismo, no teme ninguna consecuencia de sus actos.

El servicio de amor y devoción ofrecido a Krishna, Dios, la Persona Suprema, es la manifestación del amor a Dios. Bienaventurados los que actúan por Dios, porque sus acciones no tienen ningún efecto ni consecuencia, ni buena ni mala.

Verdaderamente, aquellos que actúan en conciencia de Dios escapan automáticamente de la prisión del karma. Si dedican todos sus actos únicamente al Señor, ni sufren ni se ven afectados por sus efectos. Aunque sigan actuando, brillan con una inteligencia resplandeciente entre los hombres, porque lo hacen por Dios. Por tanto, sus actos son puros, pues no acarrean ninguna consecuencia material.

Aquellos que están inmersos en la espiritualidad pura no tienen miedo, porque saben que son siervos del Señor Supremo, Krishna, y nunca dudan en actuar en conciencia de Dios o en conciencia de Krishna. Todas sus acciones, libres de todo deseo material, están dirigidas únicamente al placer de Dios, y su única consecuencia es la felicidad absoluta. Al actuar con plena conciencia de su subordinación a Dios Krishna, la Persona Suprema, son inmunes a todas las consecuencias materiales de sus acciones.

Esta es la perfección del amor a Dios.

Estas son las razones por las que Dios nos aconseja no apegarnos a los frutos de la acción.

En realidad, hay tres factores a considerar aquí: el deber prescrito, la acción independiente y la inacción.

Los deberes prescritos corresponden a las obligaciones que uno tiene que afrontar mientras esté bajo el dominio de las tres gunas, los tres atributos y modos de influencia de la naturaleza material: virtud, pasión e ignorancia.

Las acciones independientes son las que se realizan sin tener en cuenta las instrucciones que nos dan los Vedas (las escrituras sagradas originales) y los maestros espirituales.

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