Las cualidades correctas, la actitud correcta, el comportamiento idéal
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Amémonos unos a otros con un amor incondicional.

Krishna, Dios, la Persona Suprema y Soberana nos dio este mandamiento maravilloso: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo», así que apliquémoslo con alegría.

El Señor nos pide que amemos a nuestro prójimo, sea quien sea. Cualquiera que sea su raza, su comunidad, su nación, su origen, el color de su piel; blanco, negro, amarillo, colorado, mestizo, su religión, su cultura, etc., porque todos somos, en verdad, almas espirituales encarnadas, salidas de Dios. Cada uno de nosotros es un alma espiritual, todos tenemos el mismo origen, todos venimos de la energía marginal de Dios.

Por la aplicación de este mandamiento, el Señor Supremo desea que construyamos una sociedad armoniosa, pacífica, respetuosa, benévola, compasiva, tolerante, de la cual Él sea el Monarca Soberano para el bien de todos los seres vivos, como ocurre en el mundo espiritual

Amémonos unos a otros con amor incondicional y no hagamos daño a nadie. Quien ama de verdad a Dios, naturalmente ama también a todos los seres vivos, a los seres celestiales, a los habitantes de los planetas edénicos y paradisíacos, y a todos los seres humanos sin excepción, porque su corazón está verdaderamente lleno de amor. El verdadero creyente no rechaza a nadie ni tiene enemigos.

El amor al prójimo, tal como Dios lo concibe, significa también amar a todos los animales sin excepción, ya sean terrestres o acuáticos, y a todas las plantas en toda su diversidad, desde las briznas de hierba hasta los árboles, porque cada una de ellas alberga y alimenta a muchos seres vivos, insectos, orugas, mariposas, pájaros, monos, etc... Es nuestro deber protegerlos y velar por todos ellos, para que no sufran ningún daño.

En verdad, si todos los seres humanos son almas encarnadas en envolturas carnales humanas, es lo mismo para todos los animales y para todas las plantas, porque cada uno de ellos es también un alma encarnada en un cuerpo de materia específica, según su karma.

Todas las almas, independientemente del cuerpo material en el que encarnaron, son iguales. Todos son iguales, tienen el mismo nivel espiritual y la misma importancia. Ninguno es superior a otro.

Se trata de amar a tu prójimo.

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