Aprendamos a Conocer al Padre Eterno
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«Porque soy Dios, la Persona Suprema, lo sé todo sobre el pasado, el presente y el futuro. Yo también conozco a todos los seres; pero nadie me conoce a Mí».

«Sólo a través del servicio devocional puedo ser conocido como soy».

Uno puede preguntarse por qué Dios, antes presente en la Tierra y visible para todos, ya no está presente hoy. Pero en realidad, aunque presente, no se manifestó a todos; sólo un puñado de hombres lo conoció como el Señor Supremo. Dios no se reveló como tal al hombre común y a los incrédulos. Ciertamente, salvo Sus devotos que conocen quién es Él y los signos que Le caracterizan, todos Le toman por un hombre corriente. Así, sus devotos, y sólo ellos, lo ven como la fuente de toda alegría. Para los demás, para los incrédulos privados de visión, permaneció velado por su poder eterno.

Dios, el Ser Soberano, no sólo es el No Nacido, también es inagotable e imperecedero. Su forma eterna es todo conocimiento, dicha y eternidad. Sus energías son inagotables. La forma personal, real, original y primordial del Supremo Eterno está velada por los rayos que emanan de Su cuerpo divino y que forman así un resplandor llamado brahmajyoti, Su poder interior. Sólo para Sus devotos, el Señor elimina este deslumbrante resplandor, para que puedan verle tal y como es. Para los ateos, los incrédulos, por este poder eterno del brahmajyoti, Él permanece velado, no pueden verlo como es.

Este tema resuelve definitivamente el dilema entre personalismo e impersonalismo. Si la Forma de Dios, la Persona Suprema, fuera maya, es decir, material, como afirman los impersonalistas, habría que suponer que, como todos los seres, cambia de cuerpo sin cesar y olvida el curso de sus vidas pasadas. Porque ningún ser revestido de un cuerpo material puede recordar sus vidas pasadas, ni puede predecir su futuro, en esta vida o en la siguiente; no puede ver el pasado, el presente o el futuro; a menos que esté liberado, ninguno puede.

Sin embargo, Krishna, Dios, la Persona Suprema, que no pertenece al común de los mortales, afirma saberlo todo sobre el pasado, el presente y el futuro. Hemos visto que Él recuerda haber instruido a Vivasvan, el ser celestial del sol, hace millones de años. Dios también conoce a todos los seres al mismo tiempo, pues habita en el corazón de cada uno de ellos. Y sin embargo, aunque Él mora dentro de cada ser como el Alma Suprema, permanece más allá del universo material como la Persona Divina y Absoluta. Los seres de inteligencia limitada no pueden entender que Él es el Señor Supremo, con un cuerpo imperecedero. Él es el sol, oculto por la nube de maya, la energía material. Vemos el sol, los planetas y las estrellas en el cielo. Pero a veces las nubes nos las ocultan temporalmente. Pero este velo es sólo un velo para nuestros sentidos imperfectos, pues el sol, la luna y las estrellas no están realmente ocultos. Del mismo modo, maya no puede envolver al Señor Supremo; pero Él, por su poder interior, no se manifiesta a los ojos de los hombres de menor inteligencia. Sólo unos pocos hombres, entre millones, intentan perfeccionar su existencia; y entre

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