No maten, y no coman la carne de los animales
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Todos somos criaturas de Dios.

El premio Nobel Issac Bashevis Singer se hizo vegetariano en 1962, a la edad de cincuenta y ocho años. Naturalmente, dice, lamento haber esperado tanto tiempo, pero más vale tarde que nunca.

Encuentra que el vegetarianismo es muy compatible con el misticismo judaico que practica.

«Todos somos criaturas de Dios. Qué contradicción es implorar la misericordia y la justicia del Señor mientras se come la carne de los animales sacrificados por nosotros.»

Aunque aprecia el aspecto sanitario del vegetarianismo, señala que la consideración moral es de importancia primordial.

«Aunque se demostrara que la carne es saludable, no la adoptaría.

Las justificaciones intelectuales para comer carne animal enfurecen a Singer.»

Varios filósofos y líderes religiosos intentan convencer a sus seguidores y partidarios de que los animales son sólo máquinas sin mente y sin emociones. Cualquiera que haya convivido con un animal, ya sea un perro, un pájaro o incluso un ratón, sabe que esa teoría es una descarada mentira, inventada para justificar la crueldad.

Palabras de sabiduría.

No debes envidiar a ningún ser vivo, en movimiento o quieto. Sabiendo que Krishna, Dios, la Persona Soberana, en la forma del Alma Suprema está en todos ellos, debes en todo momento mostrar respeto a todos. Al hacerlo, es a Dios a quien le estarás ofreciendo respeto.

El humilde sabio, iluminado por el conocimiento puro, ve con igual ojo al noble erudito, a la vaca, al elefante, o incluso al perro o al marginado. Aquel que ve el alma espiritual y el Señor Supremo como siempre distintos el uno del otro es muy querido por el Señor. El Señor Supremo está en el corazón de todos los seres vivos, humanos, animales y vegetales, y dirige las andanzas de todos ellos, cada uno de los cuales es como una máquina (un cuerpo) hecho de energía material.

Debido a la ignorancia, los materialistas no saben nada de su verdadero interés y el camino hacia una vida exitosa. Sus deseos concupiscentes los encadenan al disfrute material y todos sus planes están diseñados para ese fin. Para la efímera satisfacción de sus sentidos, estos individuos crean una sociedad basada en la envidia. Este estado mental los hunde en un océano de sufrimiento, y en su necedad ni siquiera se dan cuenta.

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