La Ciencia Espiritual Pura
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La primera instrucción, entonces, es que se debe entender que el alma está presente en el cuerpo y transmigra de un cuerpo a otro. Este es el comienzo del conocimiento espiritual. Quien no está versado en esta ciencia o no se interesa por ella, permanece atrapado en la concepción corporal de la existencia, como el animal. Todo ser humano debe comprender claramente las instrucciones de Dios, pues sólo así puede elevarse espiritualmente y renunciar automáticamente al conocimiento ilusorio que nos hace pensar:

«Yo soy el cuerpo, y todo lo que le pertenece me pertenece».

Esta mentalidad animal debe ser rechazada de inmediato. En cambio, hay que aprender a comprender el alma espiritual y el Ser Supremo, Dios, que están eternamente vinculados entre sí. Entonces se puede volver a Dios, a su reino eterno, habiendo resuelto así todos los problemas de la existencia. El ser espiritual encarnado tiene una individualidad propia, pero su cuerpo es una combinación de muchos elementos materiales. Esto se demuestra por el hecho de que tan pronto como el alma abandona este conjunto de elementos materiales, el cuerpo se convierte en una mera masa de materia inerte. Cada alma individual tiene dos tipos de cuerpos, uno burdo, hecho de materia densa, compuesto de cinco elementos, (tierra, agua, fuego, aire, éter) y el otro sutil, etéreo, compuesto de tres elementos (mente, inteligencia, falso ego).

Una persona sobria puede observarse a sí misma y distinguir el alma del cuerpo mediante el estudio analítico. Hay dos entidades distintas, el alma y el cuerpo. Estas dos entidades no son idénticas, aunque parecen formar un todo único. Pero, ¿dónde está el alma?

El hombre sensible recurre al precepto espiritual y puede comprender que todo el cuerpo se desarrolla por la presencia del alma. Si el alma está dentro del cuerpo, todas sus partes y miembros crecerán; si no, el cuerpo no crecerá. Un niño muerto no crece, porque el alma ya no está presente. Si, a pesar de un cuidadoso estudio del cuerpo, no podemos descubrir la existencia del alma, es por nuestra ignorancia.

¿Cómo puede un hombre comprender el alma, esa diminuta partícula de energía espiritual del tamaño de una diezmilésima parte de la punta de un cabello?

La verdad es que es la fuerza vital la que da al alma su poder, y ésta descansa en el alma individual (que cada uno de nosotros es) y en el Alma Suprema, Dios, y es a través de la presencia de esta fuerza vital que el cuerpo crece. Así, más allá de la existencia del cuerpo está el Alma Suprema y el alma individual, dentro del cuerpo. Este es el primer hito del conocimiento espiritual. El cuerpo existe debido a la presencia del Señor Supremo y el alma individual, que es una parte integral del Señor.

El Señor explica: «Todo este universo material está impregnado por Mí en mi forma no manifestada. Todos los seres están en mí, pero yo no estoy en ellos».

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