El Señor Supremo, Krishna, es la fuente de todos los sentimientos, de todas las emociones. Es cuando el ser vivo entra en contacto con Krishna, intercambiando de nuevo con Él el sentimiento natural y eterno por el que están unidos, cuando encuentra la verdadera felicidad.

Cada ser, en su condición original, está hecho para intercambiar un sentimiento particular con Krishna, Dios, el Señor Supremo. Pero para recuperar la plenitud de este estado primordial, es necesario alcanzar la liberación, liberarse del confinamiento a la materia y a este mundo material, porque en la existencia material, el afecto sólo se encuentra en una forma temporal y distorsionada. Por eso, en el universo material, los sentimientos adoptan diversas formas materiales, como la ira, el asombro, el valor, la compasión, la benevolencia, el miedo, o muchas otras del mismo tipo, secundarias.

Así, quien desarrolla un conocimiento profundo de estas diferentes emociones, que son la base de toda acción, puede comprender que los sentimientos del universo material son sólo un reflejo distorsionado de los sentimientos originales del mundo espiritual.

El verdadero erudito aspira a saborear la emoción pura en su forma espiritual. En un nivel inferior, otros simplemente desean fundirse con el Absoluto, y mientras no tengan conocimiento de las diversas emociones, incluso el más inteligente de los espiritualistas no puede elevarse por encima de esta identificación con el Todo espiritual, Dios, y así ignorar toda la verdadera felicidad que resulta de los verdaderos sentimientos, de las verdaderas emociones, en su absoluta pureza, tal como las intercambian los seres santos con Krishna, en su reino absoluto y eterno.

La verdadera razón del advenimiento de Krishna a la tierra hace 5.000 años fue que deseaba escenificar sus divinos entretenimientos, y así mostrar la más alta perfección de los dulces sentimientos de amor espiritual que el Señor intercambia con los seres santos en su reino absoluto, pero también con el ser que vive en este mundo.

Krishna, que también es la Verdad Absoluta, es la reserva de todo tipo de intercambio de amor. Lleno de misericordia sin paliativos, desea otorgarnos el privilegio del servicio devocional ofrecido a Su Persona en un sentimiento de éxtasis trascendental, que ejerce sobre Él una atracción superior a cualquier otra forma practicada según las reglas definidas.

El Señor dice: «La concepción de Mi grandeza impregna todo el universo, pero el amor disminuido por tal visión de Mi Persona apenas me satisface.

No me someto al amor de alguien para quien sigo siendo el Señor Supremo y que se coloca en una posición subordinada. No puede someterme a sus deseos. Yo respondo a la adoración de Mi devoto según el sentimiento trascendental particular que lo anima. Tal es mi naturaleza.»