Aprendamos a Conocer al Padre Eterno
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En realidad, somos, en relación con Dios, sólo pequeños fragmentos de su Persona, pequeñas partes integrantes de su Persona; por lo que nuestro deber es dedicarle toda nuestra energía y cooperar con Él. Esta es la forma de ver el vínculo que nos une. De lo contrario, nuestra existencia perderá toda su razón de ser; quedaremos aislados. Cuando un dedo ya no cumple su función, el médico recomienda: «Hay que amputarlo, o la infección se extenderá a todo el cuerpo». Del mismo modo, al convertirnos en ateos, nos hemos apartado de Dios, y entonces debemos sufrir en el mundo material.

Pero al unirnos de nuevo con el Señor Supremo, entregándonos totalmente a Él y sirviéndole con amor y devoción, renovamos este vínculo, y así recuperamos nuestra posición original y eterna.

El Señor Supremo dice:

«Cuando tu mente ya no se distraiga con el lenguaje florido de los Vedas, (las sagradas escrituras originales) cuando esté toda absorta en la realización espiritual, entonces estarás en unión con el Ser Divino».

«De todos los seres virtuosos, superior es el sabio con conocimiento perfecto, a quien el servicio devocional puro une conmigo. Soy muy querido por él, como él también es muy querido por Mí».

El objetivo último de la existencia es entregarse a Krishna, Dios, la Persona Suprema. La entrega es el resultado del amor, del amor puramente trascendental. Donde hay fuerza, no puede haber libertad y, por tanto, tampoco amor. Si una madre ama a su hijo, no lo hace por obligación, ni espera obtener ningún salario o remuneración por ello.

Podemos amar al Señor Supremo de muchas maneras, como Maestro, Amigo, Hijo o Esposo. En efecto, hay cinco sentimientos básicos de amor o intercambio, por los que estamos eternamente vinculados a Dios. Y cuando alcanzamos el estado de liberación que confiere el conocimiento puro, llegamos a ser capaces de identificar la relación particular que nos une con el Señor. Este es el nivel de la auténtica realización espiritual. Todos estamos unidos a Dios por una relación eterna, ya sea una relación de siervo a amo, de amigo a amigo, de padre a hijo, de esposa a marido o de amante a amante. Estas relaciones están siempre presentes, y todo el proceso de realización espiritual y la perfección del yoga (yoga = la práctica de la unión o la comunión con Dios) consiste en reavivar nuestra conciencia de esta relación. En la actualidad, nuestra relación con el Señor Supremo se expresa sólo de forma distorsionada dentro del universo material. En este mundo, la relación entre el amo y el siervo se basa totalmente en el dinero, el poder o la explotación; no se trata de un servicio basado en el amor. Por lo tanto, este tipo de relación distorsionada continúa sólo mientras el amo paga al siervo. En cuanto deja de pagar, la relación también se detiene. El panorama es similar entre los amigos; al menor inconveniente, la amistad se rompe, y los amigos se convierten en enemigos. Del mismo modo, cuando la opinión de los

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