Aprendamos a Conocer al Padre Eterno
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«La verdad sale de mi boca. De mi boca sale lo que es justo, y mi palabra nunca será revocada».

«Yo soy la Semilla de toda la existencia: nada móvil o inmóvil existe sin Mí. Mis glorias divinas no conocen límites. Lo que te he revelado es sólo una especie de ejemplo, una pequeña parcela de Mi infinita grandeza. Todo lo que es bello, poderoso, glorioso, irrumpe, sabed que es sólo un simple fragmento de Mi esplendor. Pero qué necesidad hay de saber todo esto. ¿De qué sirve querer un conocimiento tan detallado y tantos ejemplos»?

«El universo entero, por una sola chispa de Mi Persona, lo penetro y lo sostengo».

A los que quieren alcanzar la perfección, la Persona Suprema les dice:

«Una persona santa es misericordiosa y nunca hace daño a los demás. Aunque los demás sean agresivos, es tolerante y perdona a todos los seres vivos. Su fuerza y sentido de la vida proviene de la verdad misma, está libre de celos y deseos, y su mente es igual en la felicidad y la angustia material. Así, dedica su tiempo a trabajar por el bienestar de todos. Su inteligencia nunca se deja desconcertar por los deseos materiales y controla sus sentidos. Su comportamiento es siempre agradable, nunca duro y siempre ejemplar, y está libre de posesiones. Nunca se esfuerza en las actividades ordinarias del mundo y controla estrictamente su dieta. Siempre permanece en paz y estable. Una persona santa es reflexiva y Me acepta como su único refugio. Una persona así es muy cuidadosa en el cumplimiento de sus deberes y nunca es propensa a transformaciones superficiales, pues es estable y noble incluso en una situación angustiosa».

«El ser santo ha conquistado las seis cualidades materiales, a saber, el hambre, la sed, los lamentos, la ilusión, la vejez y la muerte. Está libre de cualquier deseo de prestigio y ofrece honor a los demás. Es experto en restaurar la conciencia de Ká¹›iá¹£hṇa (conciencia de Dios) de los demás y por eso no engaña a nadie. Al contrario, es un buen amigo de todos, muy misericordioso. Tal persona santa debería ser considerada el ser más erudito. Comprende plenamente que los deberes religiosos ordinarios prescritos por Mí en varias escrituras originales poseen cualidades auspiciosas que purifican al que los realiza, y sabe que el incumplimiento de tales deberes marca una diferencia en la vida. Habiéndose refugiado completamente en Mí, sin embargo, un hombre santo finalmente renuncia a tales deberes religiosos ordinarios y me adora solo a Mí. Por lo tanto, se le considera el mejor entre todas las entidades vivientes».

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