No maten, y no coman la carne de los animales
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El budismo y la compasión.

El budismo comenzó en la India como reacción a la matanza generalizada de animales. Esta matanza, nacida de una perversión de la religión, fue contrarrestada por las enseñanzas de Buda sobre la no violencia.

D.T. Suzuki, una gran autoridad budista, escribe en su libro «La cadena de la compasión»: «La compasión es el fundamento de la religión budista. Por lo tanto, un budista debe eliminar la carne de su menú, porque comer carne destruye la semilla de la compasión.»

Originalmente, todos los budistas eran estrictamente vegetarianos. Desgraciadamente, un gran número se desvió de las enseñanzas originales. Estos budistas creían que podían comer un animal que no hubiera sido matado por sus propias manos. Este tipo de desviación fue condenada por Buda, quien dijo: «No es cierto que se pueda comer carne si el animal no ha sido matado por uno mismo.»

Hoy en día, por respeto a todas las formas de vida, muchos millones de budistas siguen siendo vegetarianos estrictos. Está escrito: «¿Cómo puede un buscador de la verdad, que espera convertirse en liberador de otros, vivir de la carne de otras entidades vivientes?»

Con respecto a la comida, el Señor enseña.

Dios nunca ha dicho que los seres humanos puedan matar a los animales para comer su carne; esto es una mentira de los malhechores demoníacos.

Los alimentos de la virtud purifican la existencia y prolongan su duración. Proporcionan fuerza, salud, alegría y satisfacción. Estos sustanciosos alimentos son dulces, jugosos, grasos y llenos de sabor.

Los alimentos demasiado amargos, agrios, salados, picantes, secos o picantes les gustan a los que están dominados por la pasión. Causan sufrimiento, desgracia y enfermedad.

Y para los hombres envueltos en la ignorancia, los alimentos cocinados más de tres horas antes de ser consumidos, los alimentos desprovistos de sabor, de frescura, malolientes, descompuestos o impuros, incluso las sobras.

Las únicas funciones de los alimentos son aumentar la longevidad, purificar la mente y dar salud y vigor al cuerpo. Las grandes autoridades del pasado han elegido los alimentos que mejor cumplen estas funciones, entre los que se encuentran los productos lácteos, el azúcar, el arroz, el trigo, las frutas y las verduras, entre otros. Estos alimentos son queridos por los hombres gobernados por la virtud. Otros, como el maíz o la melaza, aunque no son muy sabrosos en sí mismos, pueden llegar a serlo cuando se mezclan con leche u otros alimentos de virtud, y así se unen al círculo de la virtud.

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