La Ciencia Espiritual Pura
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La ignorancia de la reencarnación es peligrosa.

Puesto que nuestra civilización se basa en una vida pasada en el hogar disfrutando de un máximo de comodidades, todos esperan del retiro una vida de lo más agradable, en una casa decorada con gusto donde encontramos niños hermosos y bellas damas, sin sentir el menor deseo de abandonar este cómodo nido. Igual que los altos funcionarios y los políticos que se mantienen vinculados a sus posiciones privilegiadas hasta la muerte y que no desean abandonar nunca, ni en sueños, los encantos del hogar. Prisioneros de estas quimeras, los materialistas hacen miles de proyectos para que su existencia sea todavía más cómoda, pero, de repente, llega la muerte, Cruel e implacable, se lleva contra su voluntad a quien hacía grandes proyectos y lo obliga a abandonar su cuerpo para envolverse en uno nuevo. Según las acciones que haya realizado en esta vida presente, se verá obligado a envolverse en un cuerpo elegido entre los ocho millones cuatrocientos mil especies vivas.

Generalmente, los que estaban muy vinculados a los placeres del hogar se ven obligados a renacer en especies inferiores debido a las acciones reprensibles que han cometido a lo largo de una larga vida de pecados, de esta forma, malgastan toda la energía que la forma humana les había concedido. Para evitar el riesgo de que desperdicien la vida humana y se apeguen a ilusiones, se debe, a los cincuenta años – o antes – tomar consciencia de la muerte que se acerca. Es importante comprender bien que esta puede sobrevenir en cualquier momento, incluso antes de los cincuenta años. Por tanto, a cualquier edad conviene prepararse para una vida futura mejor.

La lógica perfecta de la reencarnación destruye otra idea errónea, la del dogma religioso que pretende que todo depende de las actividades de una sola vida y que nos amenaza con una condena eterna en las regiones más tenebrosas del infierno si llevamos una vida de bajeza e inmoralidad, sin ninguna esperanza de salvación. Es totalmente natural que los seres sensibles y conscientes de Dios encuentren un último sistema de justicia así, más demoníaco que divino.

¿Sería posible que el hombre pudiera mostrar compasión con sus semejantes, pero que Dios fuera incapaz de experimentar tales sentimientos?

Estas doctrinas convierten a Dios en un padre sin corazón que permite a sus hijos extraviarse para después asistir a su castigo y a sus tormentos eternos.

Estas enseñanzas irrazonables no tienen en cuenta el vínculo eterno de amor que existe entre Dios y los seres vivos, que emana directamente de Él. Por definición – al haber creado Dios al hombre a su imagen y semejanza –, tiene que poseer todas sus cualidades en el nivel de perfección más elevado. Una de esas cualidades es la misericordia. La noción según la cual un ser humano puede ser condenado al sufrimiento perpetuo del infierno tras una sola y breve existencia no concuerda con la concepción de un Ser Supremo dotado de una misericordia infinita. Hasta un padre

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