La Ciencia Espiritual Pura
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reencarnemos en seres humanos, pero también en forma de perros, gatos, cerdos u otras especies inferiores. Sin embargo, aunque el alma se puede reencarnar en cuerpos superiores e inferiores, sigue siendo la misma. En todos los casos, en virtud de las leyes inmutables del karma, la consciencia que el ser desarrollará en sí mismo a lo largo de esta vida determinará el cuerpo en que se tendrá que reencarnar. La Bhagavad-gita, el libro que constituye la mayor autoridad en materia de reencarnación, nombrado por el mismo Dios, explica con claridad que «aquel que muere bajo la influencia de la ignorancia renace en el mundo animal». (B.g., XIV. 15) No hay ninguna prueba clínica, científica o procedente de las Escrituras que dé la razón a la concepción según la cual una vez que se ha alcanzado el nivel humano, es imposible volver de nuevo a mezclarse con las especies inferiores. Esta idea se opone a los verdaderos principios de la reencarnación que millones de personas han comprendido desde la más lejana antigüedad.

Las Escrituras védicas nos explican también que es muy raro obtener una forma humana. En otras palabras, la mayoría de los seres de este mundo se han reencarnado en formas no humanas. Este fenómeno se produce cuando el alma, renunciando al objetivo de la vida humana – la realización espiritual –, se pierde en deseos propios de los animales. El alma debe entonces renacer con forma de animal o en un reino todavía inferior: el vegetal.

No obstante, cometemos el error de pensar que tras la disolución de la envoltura carnal, no nos será posible encontrar al Señor, al no tener cuerpo. Como la entidad espiritual llamada también alma espiritual es no nacida, sería erróneo creer que esta comienza a existir cuando se crea el cuerpo material. Además, la creación y la evolución del cuerpo material no hacen más que responder al deseo del ser y, por tanto, debido a los deseos de cada uno el cuerpo material se desarrolla. En conclusión, el alma espiritual engendra el cuerpo, que así encuentra su origen en la fuerza viva. Cuando la envoltura carnal se destruye finalmente, esa chispa de vida continúa existiendo, igual que el aire que también se encuentra en el cuerpo. Así, por voluntad del Señor, que vela por el bien de todos los seres, el alma distinta ve cómo enseguida se le asigna el cuerpo espiritual especial que le permitirá disfrutar de la compañía del Señor según alguna de las perfecciones que haya alcanzado: la que concede poseer los mismos rasgos corporales que el Señor, la que concede vivir en el mismo planeta que el Señor, la que concede disfrutar de las mismas opulencias que el Señor y la que concede vivir en compañía del Señor.

La benevolencia del Señor es tal que aunque un ser virtuoso no llegue a un estadio de devoción pura y esté libre de toda mancha material, se le concederá alcanzarla en su vida siguiente. Al renacer en el seno de una familia acomodada o entre devotos del Señor, ese espiritualista virtuoso no tendrá que empeñarse en la dura lucha por la existencia material y podrá así lograr su purificación. Cuando, al fin, deje su cuerpo, regresará enseguida al reino de Dios, su morada original. Cuando alcance el nivel espiritual, se quedará allí para siempre.

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