La Ciencia Espiritual Pura
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bajo la autoridad de Dios. Nuestros propios esfuerzos y fuerzas no son siempre el factor determinante. Por lo tanto, debemos aceptar la posición que se nos asigna a instancias del Ser Supremo.

El Señor puede cambiar los frutos de nuestras acciones pasadas, porque Él es Absoluto. Para ello debemos rendirnos a Él, servirle con amor y devoción, y hacer su divina voluntad.

Dios dirige nuestra existencia, concede nuestros deseos y nos otorga muchas bendiciones.

Sólo Él es la fuente de nuestra riqueza material, de nuestros esposos o esposas fieles, de nuestra existencia, de nuestra descendencia, de nuestras victorias, de nuestra fuerza, de nuestra riqueza y de nuestro futuro traslado a los planetas superiores celestiales. De todos estos bienes, la única fuente es su misericordia sin paliativos para con nosotros.

La prosperidad material significa una esposa fiel, un hogar confortable, tierras suficientes, buenos hijos, relaciones ventajosas, victorias sobre los competidores y la adquisición, mediante actos de piedad, de un lugar en los planetas edénicos, donde se disfruta de condiciones materiales de vida aún más favorables. Estos placeres no pueden obtenerse sólo mediante el trabajo duro o las maniobras dudosas: se ofrecen sólo por la misericordia del Señor Supremo, al igual que la prosperidad adquirida por nuestro trabajo depende de él. Por supuesto, el esfuerzo personal debe estar siempre presente, pero sin la bendición del Señor, nadie puede tener éxito, por mucho que se esfuerce.

El Señor dice: «Quien brille y sobresalga en riqueza, poder, belleza, conocimiento o cualquier otra perfección material deseable, debe ser visto como una expresión de un pequeño fragmento del despliegue total de Mi energía».

Nadie puede disfrutar de la excelencia, del poder, en cualquier grado, si no se lo da el Señor. Cuando Dios desciende a la tierra con Sus compañeros eternos, todas las almas liberadas para siempre, no sólo manifiesta Su propio poder divino, sino que también muestra el poder que otorga a Sus devotos para que lleven a cabo sus respectivas misiones como Avatares. Todo hombre cuerdo debería más bien sentirse agradecido al Señor por haberle bendecido con tales favores, y hará su deber de utilizarlos para el único servicio de Dios. Todas las excelencias que Dios nos concede, nos las puede quitar en cualquier momento, y el mejor uso que se puede hacer de ellas es encomendarlas sólo a su servicio. Con estas palabras, Krishna, Dios, la Persona Suprema, demuestra que dirige y controla bien la vida de todos los seres vivos, seres celestiales, seres humanos, animales y plantas.

El Señor Supremo dice: «Yo estoy en el corazón de todos los seres y dirijo las andanzas de todos ellos, cada uno como si estuviera en una máquina hecha de energía material (el cuerpo)».

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