La Ciencia Espiritual Pura
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El Señor Krishna es el refugio y protector de todas las almas sumisas.

En el universo material, en contraste con el reino absoluto, hay dualidad. En el reino material, en contraste con el reino absoluto, hay dualidad, ya que se basa tanto en lo material como en lo espiritual, mientras que el reino absoluto es puramente espiritual, sin ningún rastro de influencia material. En uno, todos se esfuerzan, impulsados por la ilusión, por hacerse dueños del mundo; en el otro, el Señor es unánimemente reconocido como el Supremo Maestro, y todos actúan como sus absolutos servidores. Así, en el mundo de las dualidades, cada una tiene envidia de las otras; finalmente, la muerte es allí inevitable, ya que el espiritual vive rodeado de materia.

El Señor es el único refugio para el alma sumisa que desea liberarse de la existencia dual y del miedo que la acompaña. Y de hecho, nadie en el mundo material puede escapar de las crueles manos de la muerte a menos que se entregue al Señor. El Señor es igual a todos los seres, pero su devoto, por vivir siempre en contacto con lo infinitamente grande, Dios, obtiene más gloria. El Señor distribuye Su misericordia por igual a todos los seres, pero los seres santos que se dedican por completo a Su servicio la disfrutan plenamente. El Señor es siempre igual a todos los seres. Sin embargo, Él muestra una benevolencia especial con Sus devotos, pues así promueve el bien de todos los seres.

El desafortunado, el indigente, el hombre inteligente y la mente inquieta, cuando han realizado actos de piedad, generalmente comienzan, si no lo han hecho ya, a adorar al Señor. Los demás, cuya existencia es una serie de fechorías, no pueden, sea cual sea su posición, acercarse al Ser Supremo, pues la energía ilusoria los engaña. Sin embargo, cuando surge la desgracia, el hombre piadoso no tiene más remedio que refugiarse en el Señor, ya que mantener el pensamiento del Señor constantemente en su mente es caminar por el camino de la liberación de los repetidos nacimientos y muertes. Para quien ha desarrollado esta actitud, las desgracias desaparecen. De hecho, son bienvenidos, ya que le permiten cultivar el recuerdo del Señor, es decir, escapar de la existencia material. Quien se ha refugiado en el Señor y no en las grandes autoridades en materia espiritual, puede alcanzar la liberación sin más daño que si saltara sobre el agua contenida en la huella de la pezuña de un ternero en el suelo. Está llamado a vivir en el reino del Señor, y no tiene lugar en el universo material, donde nos esperan nuevos peligros a cada paso. El cosmos material es un lugar de peligro, plagado de trampas. Las mentes mediocres intentan sortear estos obstáculos o disfrutar de la existencia material a pesar de las dificultades que impone, pero permanecen ignorantes del hecho de que este universo es, por naturaleza, una fuente de sufrimiento constante.

No tienen conocimiento del reino del Señor, que es todo felicidad y ningún rastro de desgracia. Por el contrario, el hombre de mente sana tiene el deber de no dejarse perturbar por las crueldades del destino, que son inevitables en este mundo, sino que, a pesar de todos los males que están destinados a caer sobre él, debe progresar

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