La Ciencia Espiritual Pura
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La perfección del saber es poner a Dios en nuestra mente y pensar siempre en él. En verdad, la mente no es otra cosa que la energía de Dios. Solo con conocer a Dios se adquiere al mismo tiempo el saber universal.

El conocimiento de la verdad absoluta es especialmente necesario para quienes desean liberarse de la existencia material, pero el que alcanza el amor de Dios ya está liberado.

Servir a Dios con amor y devoción permite desarrollar el amor de Dios.

Pensar sin cesar en Dios, conocemos la perfección más elevada de la vida espiritual. El amor por Dios es el secreto de la perfección espiritual.

Dejemos de detestarnos y amémonos los unos a los otros porque todos somos hermanos y hermanas, y todos pertenecemos a la misma familia divina.

Individualmente, todos somos entidades espirituales o almas espirituales, ínfimas partículas de la energía marginal de Dios y, por tanto, partes integrantes de su Ser Divino. Todos somos hijos de Dios. Hay que buscar los intereses de la entidad espiritual y no los del cuerpo material efímero.

Cada uno renace en el seno de una familia, una sociedad, una comunidad, un pueblo según las acciones realizadas en su vida anterior y se queda solo con su destino. Llegará el día en que deberemos abandonar nuestro cuerpo, a nuestros allegados y reencarnarnos en otra parte, en otro país o en otro planeta. Creemos que pertenecemos a una familia, un país, cuando la verdad es que no somos de este mundo. En realidad, nadie es europeo, africano, asiático, etc., porque hay designaciones corporales sin relación con el ser espiritual que somos. Por eso no debemos experimentar un afecto demasiado grande únicamente por los miembros de nuestra familia, nuestros amigos, nuestro país, sino amar a todos los seres, sin excepción, con un amor igual.

El Padre Eterno utilizó su energía externa para crear el universo material, cuya forma es la naturaleza material. Él quiso que el universo material tuviera una duración limitada y esté delimitado en ciclos por el tiempo universal que actúa bajo su autoridad.

Un ciclo está compuesto por Cuatro eras (o edades) con una duración y un nivel espiritual diferentes. Primero está la edad de oro, espiritual, la edad de plata donde los hombres están inmersos en la pasión de los sentidos, la edad de bronce donde están bajo la influencia de la ignorancia y, finalmente, la edad de hierro donde se separan de Dios y se vuelven malos. Este ciclo de cuatro eras dura 4 millardos 320 millones de años y se termina con una devastación o diluvio. El último diluvio tuvo lugar en los tiempos de Noé. Así Dios puso fin a la sociedad materialista, al ateísmo y a la maldad.

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