La Ciencia Espiritual Pura
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No hay resurrección de los cuerpos materiales, es mentira.

Por el contrario, los que se vuelven al Padre Eterno, lo aman, se abandonan a él, lo obedecen, hacen su voluntad y lo sirven con amor y devoción sin descanso encontrarán la muerte de su envoltura material, su cuerpo espiritual que conservarán eternamente y, gracias al cual podrán entrar en el reino de Dios y vivir de él.

Esa es la verdadera resurrección.

Cualquiera que actúa bajo la dirección del padre Eterno permanece puro, porque sus actos no provocan efectos ni consecuencias favorables o desfavorables. Además, en el universo material las nociones favorables y desfavorables proceden de la ilusión mental porque nada en este mundo es favorable. Todo es de mal augurio porque el único «bien» verdadero depende de lo que se lleva a cabo en la consciencia espiritual, la consciencia de Dios en un servicio devocional absoluto dedicado al Padre Eterno.

Actuar para el Señor Supremo, hacer su divina voluntad no entraña las consecuencias que engendran los actos materiales culpables o virtuosos y nos dirige hacia la liberación.

Fuera de ese contexto, todos nuestros actos entrañan consecuencias favorables o desfavorables, cuyos efectos tendremos que sufrir en forma de sufrimientos o de existencia privilegiada y que, en todos los casos, nos mantienen prisioneros en este mundo donde el sufrimiento es la base.

En verdad, el ser humano es una entidad espiritual o alma espiritual y no el cuerpo material que lo recubre.

El día en que todos los seres humanos sean conscientes de esta verdad comprenderán que no son blancos ni negros, amarillos, colorados, americanos, franceses, asiáticos, africanos, sino miembros unidos de la misma familia divina y que no son de este mundo. Entonces desaparecerán el odio, el racismo, las discriminaciones, la falta de humanidad, la indiferencia y el orgullo, y aparecerán el amor, la armonía y la paz.

Es responsabilidad de todos, y Dios nos lo encomienda, difundir esta verdad en todo el mundo. Según los pensamientos que tenga a la hora de la muerte, ese será su destino durante su próxima vida. Por ejemplo, cuando se odia a las personas negras, si piensa en ellas en el momento de la muerte, se reencarnará en un miembro de la población negra. El que muere pensando en su perro se reencarnará en perro y el que muere ignorando a Dios renacerá en el reino animal. El que muere pensando en el Padre Eterno y le ofrece sus plegarias en ese momento volverá al reino de Dios.

Debemos amarnos los unos a los otros porque todos somos hermanos y hermanas.

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