La Ciencia Espiritual Pura
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Dios, la Persona Suprema. Cuanto más fortalezcamos nuestro contacto con Dios escuchando las palabras de Dios y Sus Santos Nombres, menos se apoderará de nosotros la contaminación inherente a la naturaleza material. Comprenderemos que las vibraciones sonoras, la luz, el agua y todo lo que nos rodea, son Dios. Si logramos guardar la memoria de Dios de esta manera, nuestra unión con Él será perpetua. Entrar en contacto con Dios es como entrar en contacto con el sol: donde brilla, no hay contaminación posible. Su resplandor protege a quienes se exponen a él de toda enfermedad.

Cuando entramos en contacto con Dios, nuestras dolencias se curan inmediatamente. Cantar Haré K?i?h?a nos hace comunicarnos con Él. También podemos verlo en el sol y la luna, oírlo en el sonido y saborearlo en el agua. No hay nada más inútil que formular hipótesis sobre la naturaleza de Dios, por lo que la Ciencia de Dios aconseja abandonar toda forma de especulación. En cambio, nos aconseja que nos volvamos humildes y sumisos, que nos demos cuenta de que somos infinitesimales, pero también de que la tierra en la que vivimos no es más que una pequeña mota en el vasto cosmos. Viendo nuestra pequeñez frente a la grandeza del cosmos y de Dios, ¿cómo podemos enorgullecernos en vano?

Uno debe recibir el mensaje espiritual de un alma realizada, un devoto puro del Señor, Su sirviente íntimo, un maestro espiritual.

El Señor Supremo dice: «De la tierra soy la fragancia original, y del fuego el calor, soy la vida en todo lo que vive, y el ascetismo del asceta».

Sólo Dios puede crear sabores y aromas. El hombre, a su vez, puede intentar reproducirlas artificialmente, pero su calidad será muy inferior a la de las esencias naturales. Así, siempre que respiramos una fragancia o contemplamos cualquier belleza de la naturaleza, «Hay Dios, hay K?i?h?a» Y ante cualquier cosa extraordinaria, maravillosa, o ante cualquier manifestación de poder, «Hay K?i?h?a». Del mismo modo, debemos ver cada alma, ya sea la que habita en el árbol, la planta, el animal o el ser humano, como parte integrante de Dios, que anima estas diversas formas materiales.

Dios añade: «Sabed que soy la primera semilla de todos los seres. De los inteligentes soy la inteligencia, y de los poderosos la proeza».

Aquí encontramos la evidencia de que K?ishna es la vida de todos los seres vivos. Así es como se puede ver a Dios en todo momento. Algunas personas preguntan:

«¿Puedes mostrarme a Dios?»

¡Dios parece visible de tantas maneras! Pero, ¿qué podemos decir al que se niega a abrir los ojos y, por tanto, es «ciego», como dijo Jesús?

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