Amar es acabar con la maldad en todas sus formas y ofrecer amor incondicional a todos los seres, sin excepción.
Amar es no criticar ni juzgar a nadie, sean cuales sean las razones.
Amar es no rechazar a nadie, independientemente de lo que haya hecho, ni dejarlo de lado por su color de piel, su físico o sus defectos.
Amar es perdonar los errores cometidos y dar consejos sabios para ayudar a la persona a mejorar y cambiar para mejor.
El hombre es ciego y sordo, y no es consciente de ello. Pero, espiritualmente hablando, ¿qué significa esto?
Ser ciego y sordo es ignorar por completo a Dios tal como es, sus cualidades trascendentales, sus glorias, sus excelencias, así como su forma primordial, original, infinita y absoluta.
Ser ciego y sordo es ignorar por completo los datos relativos a la verdad existencial y absoluta, el conocimiento divino, la verdadera palabra de Dios y su sublime enseñanza, la ciencia espiritual pura, el reino del Señor, el universo material y nuestra verdadera identidad espiritual.
Ser ciego y sordo es ignorar que cada uno de nosotros es en realidad un alma espiritual inmortal, y que el cuerpo en el que reside es simplemente una vestidura que se ha puesto. Ser ciego y sordo es ignorar que nuestros pensamientos, palabras y acciones producen efectos positivos y/o negativos, que a su vez generan y provocan consecuencias buenas y/o malas, que experimentaremos al final de nuestra existencia actual, y ciertamente en la próxima, en forma de infortunio, sufrimiento o bendición.
Ser ciego y sordo es ignorar que la muerte, que solo concierne al cuerpo y no al alma, termina una existencia, pero inmediatamente comienza otra para el alma espiritual inmortal. Se reencarna en un nuevo cuerpo material y comienza una nueva existencia, cuya naturaleza estará determinada por sus pensamientos, palabras y acciones pasadas.
El Señor dijo: Son los pensamientos y recuerdos del ser al dejar el cuerpo los que determinan su condición futura.
A nivel espiritual, ¿qué significa ser «ciego»?
Jesús fue el primero en hablar de esta ceguera que aflige a la humanidad hace 2000 años. Dijo: «He venido a este mundo para juicio, para que los que no ven, vean, y los que ven, se vuelvan ciegos (es decir, no vean lo que les muestran los incrédulos materialistas)».


