Aquí, el ser vivo es llamado dueño de su propio cuerpo. De hecho, puede, según su deseo, asumir un cuerpo más evolucionado o transmigrar, reencarnarse en un cuerpo inferior. Goza de cierta independencia, por mínima que sea, y así se hace responsable del cuerpo que asumirá en su próxima vida.
Al morir, el estado de conciencia que ha forjado a lo largo de su vida determinará su siguiente estado corporal. Si ha creado una conciencia similar a la de los perros o los gatos, renacerá en el cuerpo de un perro o un gato; Si su conciencia es virtuosa, adoptará el cuerpo de un ángel. Y si se establece en la conciencia de Krishna, será llevado a Krishnaloka, en el mundo espiritual, para vivir con Krishna. Es un error creer que después de la muerte no existe nada. El alma, separada, transmigra de un cuerpo a otro, y su siguiente cuerpo se basa en su cuerpo y acciones actuales.
Según la ley del karma, adquiere un nuevo cuerpo, del que en algún momento también tendrá que desprenderse. Vemos que el cuerpo sutil o etéreo, que lleva el concepto del siguiente cuerpo, se envuelve, en la siguiente vida, en ese mismo cuerpo.
Es esta transmigración de un cuerpo a otro, y la lucha que el alma debe librar dentro del cuerpo, lo que llamamos «la lucha por la existencia».
¿Por qué nunca deberíamos suicidarnos?
Nunca cometamos el error de suicidarnos, pues entonces nos convertiremos en fantasmas errantes, a veces aprisionados en una morada llamada «casa embrujada».
Quienes deciden suicidarse no deberían hacerlo.
Los suicidas se convierten en fantasmas errantes.
Las almas espirituales se ven privadas de un cuerpo físico debido a sus actos profundamente pecaminosos, como el suicidio. El último recurso de las personas fantasmales es buscar refugio en el suicidio, ya sea material o espiritual. El suicidio material resulta en la pérdida del cuerpo físico, mientras que el suicidio espiritual resulta en la pérdida de la individualidad del ser.
Quienes llevan una vida pecaminosa y se apegan a su familia, hogar o país no obtienen un cuerpo material. Habitan en un cuerpo etéreo compuesto por mente, ego e inteligencia, y son estos seres los que se llaman fantasmas. Su condición es muy difícil, porque un fantasma está dotado de inteligencia, mente, ego, y también desea disfrutar de una existencia material plena. Pero como ya no tiene un cuerpo material, no puede hacer nada más que vagar y permanece insatisfecho.
Que quienes decidan suicidarse no lo hagan, por eso.
No hay ninguna razón válida para cometer este acto con sus terribles consecuencias.
Quienes se suicidan pierden instantáneamente su cuerpo material, del cual son separados. Normalmente, cuando una persona muere, reencarna inmediatamente.


