Preguntas y respuestas espirituales perfectas
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Un ser vivo es esencialmente un alma, de naturaleza puramente espiritual. Originalmente, su verdadero hogar está en el mundo espiritual. Cuando vive en el mundo espiritual, disfruta de un cuerpo con una forma puramente espiritual, que es su verdadera forma espiritual.

Esta forma no es diferente de su alma, mientras que la forma de nuestro cuerpo material es una manifestación del ego falso y, a su vez, completamente diferente de nuestro verdadero ser. El cuerpo material envuelve verdaderamente nuestra alma. Nuestra verdadera forma es, por lo tanto, espiritual, original y no solo eterna, sino también llena de conocimiento y dicha.

El mundo espiritual es el verdadero hogar de los seres vivos. Allí viven felices, y la muerte brilla por su ausencia. Este mundo se llama Vaikuntha, y en sánscrito significa «el mundo sin ansiedad». Allí todo es resplandeciente y está lleno de consciencia y dicha. La dimensión de Vaikuntha, el mundo espiritual, es inconcebible. El mundo material en sí mismo es de una dimensión inconcebible, sabiendo que lo que percibimos en el cosmos es solo una parte de la galaxia cerrada en la que nos encontramos, y que esta última se compara, en relación con otras galaxias, a una semilla de mostaza en una bolsa de mostaza. Sin embargo, comparado con Vaikuntha, el mundo material ocupa solo una pequeña parte de la creación de Dios.

Como ya se mencionó, el suicidio es un acto pecaminoso influenciado por las modalidades de la ignorancia y la pasión.

Actos como el suicidio están influenciados por la ignorancia. Sin embargo, bajo la influencia de la ignorancia y la pasión, nadie puede conocer a Dios ni a Krishna.

Y el Señor también añade: Has dedicado tu vida y tu cuerpo a Mi servicio.

Por lo tanto, tu cuerpo no te pertenece y no tienes derecho a destruirlo. Tengo muchos servicios que realizar a través de ti.

Así pues, una vez más, la desaprobación del suicidio por parte del Señor Supremo y de las escrituras reveladas parece evidente, y, por lo tanto, la persona que se suicida corre grandes riesgos: verse privada de un cuerpo material burdo durante un tiempo y tener que vagar, indefensa, en un cuerpo fantasmal o etéreo. La situación del fantasma es particularmente miserable y dolorosa, pues, aunque siente muchos deseos, el alma incorpórea ya no tiene la capacidad de satisfacerlos mediante un cuerpo físico. Por eso, como es bien sabido, los fantasmas gimen y se lamentan. El famoso grito fantasmal «juju...», que a menudo se atribuye al deseo del fantasma de asustar a los «vivos», es, en realidad, más bien un gemido, una queja. Este gemido, por lo tanto, no surge de la imaginación fértil de un novelista, un narrador o un dibujante de cómics, sino que es real. Es una expresión del sufrimiento que puede sentir un alma al ser privada de su cuerpo físico, y se refleja a la perfección en la expresión popular «vagar como un alma perdida».

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