Krishna, la Suprema Personalidad de Dios, nos dice a cada uno de nosotros: «Escuchen Mis palabras, porque les estoy instruyendo para su propio bien».
Sí, Jesús era vegetariano. Practicaba el vegetarianismo espiritual y, por lo tanto, no comía carne, pescado ni huevos.
Muchos pasajes de sus enseñanzas fueron eliminados y modificados, y se hicieron añadidos a instancias del emperador Justiniano, quien deseaba que esta nueva religión emergente estuviera en consonancia con la religión predominante de la época. Jesús enseñó con el ejemplo y no comía carne, pescado ni huevos. Todos sus discípulos y apóstoles lo siguieron en este camino puro. Todos eran inmaculados, pues vivían según las enseñanzas de Krishna, la Suprema, Primordial, Infinita y Absoluta Personalidad de Dios.
A través del vegetarianismo espiritual, expresión de los principios reguladores que mantienen la pureza humana, Dios dirige la atención de los seres humanos hacia la no violencia, la protección de todos los animales terrestres y acuáticos, todas las plantas, desde la brizna de hierba hasta el gran árbol que alberga a numerosos seres vivos, y hacia la hermandad, la armonía y la benevolencia que deben unir a todas las personas sin excepción —blancas, negras, amarillas, rojas y mestizas— y guiarlas hacia la plenitud espiritual y la pureza del ser.
El vegetarianismo espiritual lleva a los seres humanos a amar incondicionalmente y con igual amor a todos los seres humanos sin excepción, a todos los animales terrestres y acuáticos, y a todas las plantas, desde la brizna de hierba hasta el gran árbol.
Tal es el propósito del ser encarnado que cada uno de nosotros realmente es, y la perfección de la existencia.
Durante su Magisterio, Jesús prohibió el consumo de carne con estas palabras:
[Palabras suprimidas por incrédulos demoníacos para impedir que los seres humanos conozcan la verdad, mantenerlos en la oscuridad y la ignorancia, lejos de Dios, y obligarlos a vivir en pecado].
Jesús, que era vegetariano, dijo:
Quien mata, mata a su hermano y se condena a sí mismo al castigo. La carne de los animales sacrificados se convertirá en su propia tumba. En verdad les digo: quien mata y quien come la carne de animales sacrificados, come el cadáver. No maten ni coman jamás la carne de sus víctimas inocentes, si no quieren convertirse en esclavos de Satanás. Obedezcan esta palabra de Dios.
No maten a ningún hombre ni a ningún animal. Preparen y coman todos los frutos de los árboles y todas las hierbas del campo. Consuman la leche de los animales y la miel de las abejas. Cualquier otro alimento es obra de Satanás.