Respondo a la adoración de mis devotos según el sentimiento trascendental que los anima. Esa es mi naturaleza.
Según cuánto se entreguen a mí, los recompenso proporcionalmente. Todos siguen mi camino, de una forma u otra.
Si alguien me profesa una devoción pura, viéndome como su hijo, su amigo o su amado, considerándome igual o inferior, me subordiné a él.
El servicio devocional que me ofrecen los seres sintientes reaviva la vida eterna en ellos. Su feliz fortuna no es otra que el amor que me profesan, pues solo él les ha permitido obtener mi favor.
El Señor Krishna revela las cualidades de su devoto.
El devoto que no envidia nada, que trata a todos como amigos benevolentes, que se cree dueño de nada, que está libre del ego falso (de la identificación con su cuerpo y del deseo de dominar la materia) y permanece inmutable en la alegría y la tristeza, que perdona, que siempre conoce la satisfacción y se dedica resueltamente al servicio devocional, y cuya mente y cuerpo están entregados al Señor Supremo, ese es muy querido para mí. El devoto que nunca causa agitación a los demás, que no se ve afectado por las alegrías ni las tristezas, que no depende de las formas de acción material, el ser puro, experto en todas las cosas, libre de toda ansiedad, libre de sufrimiento, y que no busca los frutos de sus acciones, ese es muy querido para mí. Aquel que no se aferra a la alegría ni a la tristeza, que no se aflige ni codicia, que renuncia tanto al bien como al mal, ese es muy querido para mí. Aquel que es igual a amigo o enemigo, que permanece igual en la gloria o el oprobio, en el calor o el frío, en la alabanza o la censura, siempre puro de toda impureza, siempre silencioso, contento con todo, sin preocuparse por el refugio, y que, establecido en el conocimiento, me sirve con amor y devoción, es muy querido por Mí. Aquel que, lleno de fe en este imperecedero sendero del servicio devocional, se entrega por completo, haciéndome la meta suprema, es muy querido por Mí. Es cierto que mis devotos, mis más queridos amigos y sirvientes están libres de toda impureza material, incluso si no desean implorar esta liberación de Mí de ninguna manera, pues nunca desean nada de Mí excepto servirme. Sin embargo, dado que dependen completamente de Mí, si alguna vez me hacen una petición, no puede ser de naturaleza material. Sus ambiciones y deseos, en lugar de atarles a la materia, se convierten en una fuente de liberación para ellos. Soy Yo quien concede a los seres todas las bendiciones e incluso la liberación de este mundo material. Soy yo solo quien puede poner fin a la existencia material y llamar al alma condicionada de regreso a mí, regresándola a su hogar original.