El Mundo Espiritual
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Bhagavad-gita define con los términos mad-dhama y sanatana-dhama, el mundo eterno, constituye los otros tres “cuartos” de la realidad única. El versículo anterior indicaba que el Señor crea y elimina después su creación; pero esto solo se aplica al universo material porque la otra parte de la creación, la más extensa, es decir, el mundo espiritual llamado Vaikuntha, no ha sido nunca creada ni eliminada, pues, de lo contrario, esta no habría sido calificada como eterna. El Señor habita este dhama, y Sus Nombres, Atributos, Distracciones, Entorno y Personalidad, todos ellos eternos, son otras tantas manifestaciones de Sus diversas energías y emanaciones. Se dice de Él que es anadi, que no ha sido creado, pero que es adi, el origen de todas las cosas.

Des mismo modo que los rayos del sol se extienden a partir del globo solar, el brahmajyoti emana de Goloka Vrndavana, el planeta más elevado del mundo espiritual. Ilimitado y mucho más alejado del universo material, el mundo espiritual está lleno de planetas espirituales llamados Vaikunthas. Si los materialistas conocen bien poco de su propio universo, qué decir del reino absoluto. También los espíritus profanos se quedan siempre bastante lejos del Señor. Y aunque un día llegaran a fabricar un motor cuya rapidez igualara a la del viento o el pensamiento, no podrían contar con llegar a los planetas del mundo espiritual. Para ellos, el Señor y Su morada sublime seguirán siendo por siempre un mito o un misterio problemático, pero, por el contrario, el Señor siempre estará dispuesto a ofrecer Su compañía a Sus devotos.

El Señor despliega en el mundo espiritual un esplendor inconmensurable. Él vive en cada uno de los innumerables planetas Vaikunthas debido a Sus emanaciones completas y Se rodea de Sus devotos liberados. En cuanto a los impersonalistas que aspiran a fundirse en Su existencia, se les concederá formar parte del brahmajyoti como destellos espirituales. Estos no están en absoluto cualificados para vivir en compañía del Señor, aunque se encontrase en los planetas Vaikunthas o en Goloka Vrndavana, el astro supremo.

El universo material, donde el Señor Supremo permite a las almas condicionadas conducirse bajo Su tutela, se crea y después se anula sucesivamente en un ciclo sin fin. La creación material se parece a la formación de una nube en la inmensidad del cielo y el mundo espiritual representa el verdadero cielo, que se apodera eternamente del brillo del brahmajyoti; en alguna parte de este espacio ilimitado se forma la nube de la creación material, el universo material, donde se encuentran las almas condicionadas que tratan de imponer su voluntad contra la del Señor, con el fin de dar rienda suelta a sus aspiraciones bajo la tutela de la energía exterior del Señor.

En el mundo espiritual, existe una variedad trascendental. Allí, cada una de las formas desnaturalizadas visibles en la variedad material está representada de manera completa, en su identidad espiritual original. Mientras que la acción material se ensucia debido a la influencia material de los gunas, los atributos de la naturaleza material, las energías del mundo espiritual conservan una pureza integral porque están comprometidas en el servicio del amor puro y absoluto que se ofrece al Señor. Aquí está, pues, lo que marca la diferencia. En el mundo espiritual, el Señor es el sublime beneficiario de todas las cosas y todos los seres están ocupados en servirle con amor, sin que nunca les alcance la suciedad material de los gunas. Las actividades del mundo espiritual escapan a todas las imperfecciones del mundo material.

Los planetas del mundo espiritual son al menos tres veces más numerosos que los del universo material, y debido a que su naturaleza es totalmente espiritual, van más allá de la influencia material de los gunas y se sitúan, pues, en la pura virtud. El concepto de la felicidad espiritual, el brahmananda, se manifiesta aquí en toda su plenitud. Cada uno de estos planetas espirituales es absoluto, indestructible y está libre de todas las imperfecciones relacionadas con ese mundo material. Cada uno produce su propio brillo que iguala el inconcebible resplandor de millones de soles reunidos. Los que viven allí están libres de la vejez, la enfermedad, la muerte y los renacimientos, y su perfecto conocimiento lo abarca todo. Son puros y están libres de todas las formas del deseo. Solo se ocupan en ofrecerle a Narayana, el Señor Soberano de los planetas Vaikunthas, un servicio de amor sublime. Estos seres liberados cantan sin cesar los himnos del

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