Si obtiene el cuerpo de un ser celestial, también tendrá que comportarse como tal. Tal es la ley de la naturaleza.
Pero en todas las circunstancias, el Alma Suprema acompaña al alma individual. El Señor Supremo es tan bondadoso con todos los seres que, como Alma Suprema, siempre acompaña al alma encarnada, independientemente del cuerpo en el que se encuentre y de las circunstancias.
Así, el ser distinto toma prestadas de la naturaleza material diversas formas de existencia y se complace en los tres atributos y modos de influencia de la naturaleza material: virtud, pasión e ignorancia, y esto porque toca la naturaleza material. Luego experimenta sufrimientos y placeres a su vez, en diversas formas de vida.
En realidad, es el apego a la existencia material el que origina las reencarnaciones que experimenta el alma y, por lo tanto, los cuerpos de diferentes materiales que debe aceptar, lo quieran o no. Sin embargo, estos cambios de cuerpo se deben al apego a la existencia material. Mientras esté cautivada por esta manifestación ilusoria, tendrá que seguir reencarnándose de un cuerpo material a otro. De hecho, solo su deseo de dominar la naturaleza material la coloca en estas condiciones indeseables, dándole a veces el cuerpo de un ser celestial, a veces el de un ser humano, a veces el de un animal terrestre o acuático, a veces el de un pájaro, una lombriz, un insecto, una brizna de hierba, un árbol o un sabio, siempre según sus deseos materiales. Y cada vez, se creerá dueña de su destino, un destino, de hecho, impuesto por la naturaleza material. Estas son las condiciones para asignar los diversos cuerpos impuestos al alma encarnada, según sus deseos y acciones. El proceso resulta del contacto con los diversos atributos y modos de influencia de la naturaleza material —virtud, pasión o ignorancia— que condicionan al alma encarnada.
Por lo tanto, debemos elevarnos absolutamente por encima de estos tres atributos, estas influencias materiales, y alcanzar el nivel espiritual. Esto es lo que se denomina conciencia de Krishna o conciencia de Dios.
A menos que seamos conscientes de Krishna, la Suprema Personalidad de Dios, la conciencia material nos verá obligados a cambiar de cuerpo, pues habremos acumulado deseos materiales durante un tiempo infinito.
Debemos absolutamente cambiar nuestro punto de vista, nuestra forma de pensar, nuestras metas y nuestros deseos, de los deseos materiales a los espirituales. Este cambio solo puede ocurrir si prestamos atención a las palabras vivas de Dios y ponemos en práctica sus enseñanzas divinas y salvadoras. Por lo tanto, renovemos nuestra conexión con Dios y vinculemos nuestros deseos e intereses con los suyos.
Si nos comportamos de esta manera, escuchando a Krishna, la Suprema Personalidad de Dios, y poniendo en práctica sus sublimes enseñanzas, perderemos nuestros deseos de dominar la naturaleza material y, gradualmente, a medida que disminuyan nuestros deseos malsanos, llegaremos a disfrutar de la felicidad espiritual.


