Quiero que sepas esto: nunca, en ningún lugar, bajo ninguna circunstancia, podemos separarnos, pues Yo estoy presente en todas partes.
Si hoy te enseño esta ciencia ancestral, el arte de conocerme, es porque eres Mi amigo y Mi devoto, y así puedes penetrar el sublime misterio. Y cuando conozcas así la verdad, comprenderás que todos los seres son parte integral de Mí, que viven en Mí y me pertenecen.
Soy la semilla, es decir, el principio fundamental de este mundo de entidades móviles e inmóviles. Soy la sustancia de la materia, la causa material y la causa espiritual eficiente.
En Mí reside un poder ilimitado, por eso se me conoce como infinito u omnipresente. La manifestación cósmica surgió en Mí a partir de Mi energía material, y en esta manifestación universal apareció el primer ser, Brahma, quien no tuvo madre material.
Él es existencia absoluta, consciencia absoluta y dicha absoluta.
Krishna, Dios, la Suprema Personalidad de Dios, tal como Él realmente es.
Mi cuerpo espiritual y absoluto [todo conocimiento, dicha y eternidad] se asemeja a la forma humana en todos los sentidos, pero no es un cuerpo material; es inconcebible (razón por la cual Él nunca sufre hambre, sed ni fatiga). La naturaleza no me obliga a aceptar un tipo particular de cuerpo; elijo la forma en la que aparezco por mi propia voluntad. Mi corazón también es espiritual y siempre estoy lleno de bondad hacia mis devotos. Así, el sendero del servicio devocional destinado a los seres santos puede descubrirse en mi corazón, mientras que yo he rechazado la irreligión y las actividades no devocionales; no me atraen. Debido a todos estos atributos divinos, generalmente se me invoca como Rishabhadeva, el Señor Supremo, el mejor de todos los seres vivos. Los impersonalistas (quienes creen que Dios es únicamente un Ser Espiritual Supremo sin forma, como la mayoría de la gente en la Tierra) creen que yo no tengo forma y afirman que adopté mi forma actual, la que me manifiesto hoy, únicamente para cumplir algún propósito. Pero estos especuladores carecen, de hecho, de verdadera inteligencia. Por muy eruditos que sean en los textos védicos (los Vedas, las escrituras sagradas originales), ignoran mis energías inconcebibles y las formas eternas de mi persona. La razón es que me reservo el derecho de no mostrarme a los incrédulos, gracias a mi poder interno, que me oculta a sus ojos. Por lo tanto, los necios y los insensatos desconocen mi forma eterna, no nacida e imperecedera. Me denigran cuando, en mi forma humana, desciendo a este mundo. No saben nada de mi naturaleza espiritual y absoluta, ni de mi supremacía. Permanezco no nacido, y mi cuerpo, espiritual y absoluto, nunca se deteriora. Soy el Señor de todos los seres, y aun así, en mi forma original, desciendo a este universo a intervalos regulares. Los necios me denigran cuando, en forma humana, desciendo a este mundo. No saben nada de mi naturaleza espiritual y absoluta, ni de mi supremacía total. Los materialistas no pueden concebir mi cuerpo.