Cuando Krishna, Dios, la Suprema Personalidad de Dios, viene a este mundo, es sin duda para proteger a Sus devotos y aniquilar a los malvados demoníacos, pero también para restaurar la espiritualidad y propagar el verdadero conocimiento espiritual, para beneficio de todos los seres vivos.
El Señor Krishna dice: Aparezco mediante Mi potencia interna.
Siempre que la espiritualidad decae en cualquier parte del universo y la irreligión surge, desciendo en persona.
Aparezco de generación en generación para liberar a Mis devotos, aniquilar a los malvados y restaurar los principios de la espiritualidad.
Si me abstuviera de actuar, todas las galaxias se hundirían en la desolación. Por Mi culpa, el hombre produciría descendencia indeseada. Así, perturbaría la paz de todos los seres.
No importa lo que haga un gran hombre, las masas siempre siguen sus pasos. El mundo entero sigue el modelo que él establece con su ejemplo.
El Señor Krishna revela nuestra verdadera identidad espiritual y nos dice quiénes somos realmente, a la vez que revela la verdadera naturaleza del alma que cada uno de nosotros es.
Por tu naturaleza intrínseca, eres un alma viviente, de esencia puramente espiritual. El cuerpo material no puede equipararse con tu verdadera identidad, ni tampoco la mente, la inteligencia ni el ego falso (la identificación con el propio cuerpo y el deseo de dominar la materia, la naturaleza material). Tu verdadera identidad es ser el sirviente eterno de Krishna, el Señor Supremo. Tu estatus es de naturaleza trascendental. La energía superior de Krishna es de esencia espiritual, mientras que la energía inferior, externa, es de esencia material. Situado entre estas dos energías, perteneces, por lo tanto, a la energía marginal de Krishna, lo que significa que eres Uno con Él, pero distinto de Él. Al ser de naturaleza espiritual, eres idéntico a Krishna, pero al ser solo un pequeño fragmento de Él, eres al mismo tiempo diferente de Él. Te lamentas sin razón. Los sabios no lloran ni a los vivos ni a los muertos. Nunca hubo un tiempo en que no existiéramos, yo, tú y todos estos reyes, y ninguno de nosotros dejará de existir jamás. En el momento de la muerte, el alma asume un nuevo cuerpo, tan naturalmente como pasó, en el anterior, de la infancia a la juventud y luego a la vejez. Este cambio no perturba a quienes son conscientes de su naturaleza espiritual. Las alegrías y las tristezas efímeras, como los veranos y los inviernos, van y vienen. Se deben únicamente al encuentro de los sentidos con la materia, y uno debe aprender a tolerarlas sin dejarse afectar por ellas.