Preguntas y respuestas espirituales perfectas
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¿Es a través del sufrimiento que sentimos y soportamos que borramos los actos pecaminosos cometidos en nuestras vidas pasadas?

El sufrimiento es útil y necesario.

Dios dijo: Ya sea que te laves con salitre o uses mucha potasa, tu iniquidad quedará marcada ante Mí.

En verdad, nuestros pensamientos, palabras y acciones producen efectos que acarrean consecuencias, buenas o malas, según la naturaleza de nuestra mente y corazón.

En verdad, nuestros pensamientos, palabras y acciones producen efectos que acarrean consecuencias, buenas o malas, según la naturaleza de nuestra mente y corazón. Son los actos cometidos en el pasado, o incluso en la vida anterior de una persona, los que determinan las condiciones de su próximo nacimiento o reencarnación.

El sufrimiento asociado con los actos pecaminosos tiene un doble origen: los actos mismos, pero también los cometidos en vidas anteriores.

El origen de los actos pecaminosos suele ser la ignorancia. Pero ignorar que un acto es pecaminoso no impide cometerlo ni sus consecuencias indeseables, que dan lugar a otros actos pecaminosos.

Además, hay dos tipos de pecados: los que, por así decirlo, han «alcanzado la madurez» y los que aún no. Por «alcanzado la madurez», nos referimos a aquellos cuyas consecuencias sufrimos actualmente. Los otros son aquellos, muchos de los cuales se acumulan en nuestro interior y aún no han producido sus frutos de sufrimiento.

Una persona que comete un delito puede no ser detenida y condenada de inmediato, pero tarde o temprano lo será. De igual manera, tendremos que sufrir por algunos de nuestros pecados en el futuro, al igual que sufrimos por otros que han «alcanzado la madurez» hoy.

Así, los pecados y los sufrimientos se suceden, hundiendo al alma condicionada en el dolor vida tras vida. En esta vida, sufre las consecuencias de las acciones cometidas en su vida anterior y, mediante sus acciones presentes, se prepara para nuevos sufrimientos en el futuro.

Los pecados «maduros» o «completos» pueden resultar en enfermedades crónicas, problemas con la ley, baja cuna, educación insuficiente o mala apariencia física. Nuestras acciones pasadas nos agobian hoy, y nuestras acciones presentes nos preparan para el sufrimiento futuro. Pero esta cadena puede romperse de inmediato para quien adopta la conciencia de Dios y le sirve con amor y devoción. Esto significa que el servicio amoroso y devoto ofrecido al Señor es capaz de reducir nuestros pecados y todas las impurezas a la nada.

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