entes aspectos. Y como mi energía no está separada de mi Persona, debe concluirse que existo en todas las cosas.
De igual manera, el cuerpo de un ser vivo no es más que un ensamblaje de los cinco elementos brutos, y el ser encarnado en esta condición material es en sí mismo un fragmento de mi Persona. Si el alma se encuentra así prisionera, es porque alberga una concepción errónea de su identidad y se considera la beneficiaria suprema. Es este falso ego en el ser vivo el que lo obliga a experimentar el encarcelamiento en la existencia material.
Como la Verdad Suprema y Absoluta, personalmente me encuentro más allá del ser vivo, así como de su envoltura material. Ambas energías, la material y la espiritual, actúan bajo mi autoridad soberana. Les pido que no se aflijan tanto y que intenten ver todo con filosofía. Entonces comprenderán que siempre están conmigo y, por lo tanto, no hay motivo de lamentación en la separación de nuestros cuerpos.
Son las actividades destinadas a la complacencia sensorial, cuyo único propósito es complacer la mente y los sentidos, las que causan la esclavitud a la materia. Mientras el alma se dedique a estas acciones egoístas, continuará reencarnándose de una especie a otra.
Cuando alguien considera la complacencia sensorial como el objetivo de su vida, se enreda desquiciadamente en la vida material y se involucra en toda clase de actividades pecaminosas. No sabe que, debido a sus malas acciones pasadas, ya ha recibido un cuerpo material, el cual, a pesar de su naturaleza transitoria, es la causa de su sufrimiento. En verdad, el ser separado (el alma espiritual distinta de Dios) nunca debió haber asumido esta forma física, pero le fue otorgada para la complacencia de sus sentidos. Por lo tanto, no creo que sea apropiado que una persona inteligente se enrede de nuevo en actividades materiales que le exigirían asumir cuerpos continuamente, vida tras vida. Mientras el ser vivo no indague en los valores espirituales de la existencia, deberá experimentar la derrota y los males que surgen de la ignorancia. Ya sea por virtud o por pecado, el karma da frutos, y si una persona está involucrada en cualquier forma de karma, se dice que su mente está «manchada» con el deseo de disfrutar los frutos de la acción. Mientras la mente permanezca impura, la consciencia permanecerá oscurecida, y mientras uno siga el camino de la acción egoísta, deberá asumir un cuerpo material. Cuando un ser vivo está bajo la influencia de la ignorancia, no puede comprender la naturaleza del alma separada [el alma espiritual individual, distinta de Dios] y la del Alma Suprema; su mente está entonces sujeta al yugo de la acción egoísta. Por lo tanto, mientras carezca de amor por Dios, ciertamente no estará exento de asumir cuerpos materiales. Bajo la influencia de los tres gunas [los tres atributos y modos de influencia de la naturaleza material: virtud, pasión e ignorancia], el alma, engañada por el ego falso [que se